THERESA MAY, LA PRIMERA MINISTRA QUE DEFENDIÓ SU PASIÓN POR LA MODA COMO UNA POSTURA POLÍTICA

0
492

Fue atacada en muchas ocasiones por lo que llevó puesto (y su precio). Ella creó el perfecto híbrido entre el estilo de una alta ejecutiva sin renunciar a lucir accesorios vistosos, prendas entalladas y zapatos de diseño.

Ya habló sobre ello Angela Merkel, la otra mujer con más poder de la Unión Europea, en una entrevista muy personal. Contaba la primera ministra alemana que una mujer sentía una presión por lo que llevaba puesto que los hombres políticos no tenían. Algo que Theresa May, la que ha sido primera ministra británica hasta hace unas horas, experimentó en sus propias carnes. La han criticado por llevar tacones y por no llevarlos, por gastarse mil euros en unos pantalones de cuero y por tener un gusto por la moda y las marcas de lujo. Theresa May, a pesar de todo, siempre se mantuvo firme en sus convicciones ‘fashionistas’ creando el perfecto híbrido entre el estilo de una mujer poderosa de alta ejecutiva, capaz de mantener su autoridad en un mundo de hombres, y sin embargo no renunciar a lucir accesorios vistosos, prendas entalladas y zapatos de diseño.

Precisamente los zapatos podrían ser considerados su verdadera debilidad. En una entrevista a la BBC confesó que así era: «es de sobra conocido que me gustan los zapatos. No es algo que me defina como mujer o como político, pero me ha definido a ojos de los periódicos. Lo bueno es que muy a menudo son una buena forma de romper el hielo». También comentó en una entrevista en televisión que sus «zapatos habían inspirado a jóvenes mujeres que conoció en la Cámara de los Comunes a entrar en política«.

Fue lo primero que se comentó cuando Theresa May tomó posesión de su cargo en 2016, aquel par de zapatos de Roger Vivier de estampado de leopardo. Un par atrevido y que destacaba todavía más con su traje de chaqueta oscuro y que ya fue toda una declaración de intenciones. También su calzado fue motivo de discusión con los sindicatos que le pedían a la Primera Ministra que no llevara tacones para dar ejemplo a otras mujeres trabajadoras, apoyando así los movimientos a favor de erradicar el uso de este tipo de calzado entre las profesionales. Y Theresa May no tuvo problema en cumplir, asistiendo a muchas de las cumbres más importantes con sencillas bailarinas.

Los collares vistosos, después de los zapatos, son su otra gran seña de identidad. Las grandes perlas pero también gruesas cadenas con eslabones de plata o collares con cuentas de ámbar de gran tamaño. Suelen permanecer cerca del cuello y son el contrapunto femenino perfecto a sus sobrios trajes de ejecutiva.

Porque en eso sí que Theresa May se mantiene estricta. Sus elecciones en lo que a ropa se refiere no se sale del estilo de alta ejecutiva más estricto. La marca británica L.K. Benett solía ser las responsable de sus americanas más originales, con cuellos casi cerrados y en ocasiones de solapas cruzadas.

Los abrigos, de estilo masculino y de gran presencia, tenían también gran protagonismos en su guardarropa. En especial el abrigo color camel de la diseñadora británica Amanda Wakeley.

En otra ocasión, fue duramente criticada por llevar en las fotografías de una entrevista unos pantalones de cuero de Burberry cuyo precio rondaba los 1.000 euros. Miembros de su propio partido, como Nicky Morgan, secretaria de educación, la acusaron de gastar demasiado, «no tengo pantalones de cuero. Creo que no me he gastado tanto dinero en ropa salvo en mi vestido de novia», dijo la secretaria de educación a los medios. Un comentario que hizo que su presencia fuera eliminada de una reunión sobre el Brexit.

En otra ocasión, fue duramente criticada por llevar en las fotografías de una entrevista unos pantalones de cuero de Burberry cuyo precio rondaba los 1.000 euros. Miembros de su propio partido, como Nicky Morgan, secretaria de educación, la acusaron de gastar demasiado, «no tengo pantalones de cuero. Creo que no me he gastado tanto dinero en ropa salvo en mi vestido de novia», dijo la secretaria de educación a los medios. Un comentario que hizo que su presencia fuera eliminada de una reunión sobre el Brexit.

Theresa May se mantuvo incólume frente a las críticas sobre su forma de vestir demostrando que lo que le gustara comprar o no, no tenía nada que ver con su trabajo. Haciendo oídos sordos ante las acusaciones de frivolidad que la señalaban por tener cierta preferencia por marcas de lujo. Hoy, en el día en el que ha presentado su dimisión, ha vestido de rojo. Un color que transmite pasión, poder y seguridad en una misma. Porque Theresa May sí sabe que es importante cómo nos vestimos y que con la ropa proyectamos lo que somos o queremos ser.

Artículo anteriorMerkel anuncia 1.500 millones de euros para la lucha contra la covid
Artículo siguienteNancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. e icono de moda: así es su estilo sofisticado

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here