El libro de negocios favorito de Bill Gates y Warren Buffett tiene más de medio siglo: te contamos por qué siguen aprendiendo sus lecciones

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«En 1923, un empresario de Memphis plantó cara a los inversores en corto de Wall Street».

«El libro favorito de Gates y Buffett sigue ofreciendo lecciones para los negocios de hoy».

«Más de dos décadas después de que Warren Buffett me lo prestara y más de cuatro décadas desde su publicación, este sigue siendo el mejor libro de negocios que he leído nunca». Estas efusivas palabras de Bill Gates recogidas hace unos años por The Wall Street Journal iban dirigidas a un ensayo escrito por John Brooks hace 52 años, que a día de hoy sigue ofreciendo enseñanzas empresariales de plena actualidad. La prueba la ha ofrecido el caso de GameStop y los foreros de Reddit contra los tiburones de Wall Street.

Aventuras empresariales. Doce cuentos clásicos sobre Wall Street compone, en realidad, una colección de artículos escritos por Brooks en los años 60 durante su etapa en The New Yorker. En sus relatos despliega anécdotas e historias sorprendentes como los motivos del fiasco del modelo Ford Edsel, el meteórico ascenso de Xerox o el escándalo de General Electric. 

En España, curiosamente, no fue traducido ni publicado hasta el año 2016, de la mano del sello Deusto. En la presentación del libro, la editorial incide en que Brooks despierta la sensación de que la historia se repite en la actualidad, pese a sus narraciones en un pasado que hoy nos parece lejano.  

El hecho de que se convirtiera en el libro de cabecera del magnate Warren Buffett primero y, después, de Bill Gates, sólo se explica por la trama que teje Brooks en cada historia, que supera el relato empresarial para llevarlo al plano épico del drama y la aventura, con los personajes, las miserias y los excesos que mitificaron Wall Street. 

«Incluso a pesar de los enormes cambios que ha sufrido el mundo en los últimos 50 años, la perspectiva de Brooks todavía resiste a día de hoy», aseguró el fundador de Microsoft al New York Times hace unos días. 

Desde luego, no le faltaba razón. Probablemente Gates estaría pensando en el reciente caso del meteórico ascenso en los mercados de GameStop, que pasó de ser una cadena de videojuegos al borde de la bancarrota por la especulación de los inversores de Wall Street a protagonizar un rally legendario que disparó el precio de su acción y le le llevó a acumular unas ganancias del 400% en las primeras semanas del año

Sin embargo, Brooks ya relató en su libro una historia semejante y aún más sorprendente debido a que sucedió en 1923. En ese caso, no fue un grupo de foreros los que se enfrentó al mercado de Estados Unidos, sino un pequeño empresario de Tennesse que revolucionó el sector de los supermercados.

Su tienda Piggly Wiggly abrió en Memphis en septiembre de 1916 y cambió para siempre el modo de comprar. Antes de su local, los productos estaban detrás del mostrador donde un dependiente atendía a cada cliente, que esperaba resignado en fila para pedir los productos deseados. Piggly Wiggly creó el concepto del autoservicio, el supermercado tal y como lo conocemos hoy, con los productos expuestos para que los eligieran y estudiaran los propios consumidores antes de pagarlos. 

Su idea fue todo un éxito y Piggly Wiggly se convirtió en una lucrativa cadena con más de 1.200 establecimientos en todo Estados Unidos. En 1922 salió a bolsa y Saunders multiplicó su riqueza.

Sin embargo, los inversores posicionados en corto olieron las pérdidas de algunas de las franquicias de Piggy Wiggly un año después y se lanzaron a apostar por la devaluación de sus acciones. Saunders, que tomó la afrenta de un modo personal, según el relato de Brooks, pidió un préstamo de 10 millones de dólares, compró ingentes cantidades de los títulos en stock de su compañía y convenció a otros inversores para que compraran acciones. De la misma manera que hizo el youtuber Keith Gill (‘Roaring Kitty’) alentando a sus compañeros de foro para salvar la tienda de videojuegos GameStop.

Gill invirtió en 2019 algo más de 50.000 dólares en acciones de la tienda de videojuegos GameStop, lo que le llegó a procurar más de 45 millones de dólares a finales de enero, cuando un ejército de pequeños inversores emularon sus apuestas y elevaron la acción por encima de los 400 dólares, desde los 20 dólares de comienzos de año.

El revolucionario fundador de las tiendas Piggly Wiggly logró triplicar el valor de la acción torciendo el brazo a los tiburones de Wall Street «con su propio juego», escribió Brooks, en relación al short squeeze (estrangulamiento del mercado).

Sin embargo, la entonces Comisión del Mercado de Valores de Nueva York suspendió las operaciones de la compañía de Saunders, lo que dio tiempo a los inversores en corto a cubrir sus posiciones.

La historia termina peor aún, con el naufragio definitivo de las acciones de Piggy Wiggly y la declaración de bancarrota por parte de Saunders. Ganaron las aves de rapiña de Wall Street y dejaron una lección: las emociones no valen en materia de inversión.

El libro de Brooks prueba así el olfato de Gates y Buffett, que siguen acudiendo a él en busca de lecciones de hace medio siglo para triunfar en el mundo de los negocios de hoy.

 

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